“Una sociedad civil fuerte demanda mejores instituciones, con lo que se genera un círculo virtuoso de crecimiento económico, progreso social y mejora continua de las instituciones”, dijo el Nobel de Economía James A. Robinson

El economista y politólogo británico James A. Robinson fue uno de los tres galardonados con el premio Nobel de Economía 2024.

15 octubre 2024.- “La mayor parte nuestro trabajo ha estado enfocado en tratar de entender la desigualdad, en intentar entender por qué el mundo está dividido entre países que son prósperos y otros que son pobres”, afirmó James A. Robinson en una entrevista con la BBC Mundo tras ganar el premio Nobel de Economía 2024, junto a Daron Acemoglu y Simon Johnson.

“Nos hemos preguntado cómo surgió históricamente esta diferencia y cómo se ha mantenido pese a las enormes consecuencias en el bienestar humano”.

“Ese ha sido el tema principal de nuestras investigaciones durante los últimos 30 años”.

“Específicamente hemos tratado de entender cómo las instituciones establecen las reglas que en diferentes sociedades influyen en la prosperidad y la pobreza”, agregó Robinson durante el diálogo que mantuvo con el portal de noticias BBC Mundo sobre América Latina y los desafíos que enfrenta la región.

¿Cuál es la contribución de los nuevos premiados a la economía?

Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson ganaron el Premio Nobel de Economía, el último galardón del año que se entrega en reconocimiento a destacadas contibuciones a la humanidad, según la Fundación Nobel en Suecia.

El premio fue otorgado a los tres economistas por sus estudios empíricos y teóricos que exploran las diferencias en la prosperidad de las naciones.

La Real Academia de las Ciencias de Suecia resaltó que los galardonados plantean nuevas estrategias para entender la desigualdad.

Acemoglu, académico estadounidense de origen turco, y Johnson, de origen británico, trabajan en el MIT Cambridge USA (Instituto Tecnológico de Massachusetts), mientras que Robinson, también británico, es profesor de la Universidad de Chicago.

La academia sueca destacó que “el 20% de los países más ricos del mundo son 30 veces más ricos que el 20% más pobre. La brecha de ingresos entre los más ricos y los más pobres también es persistente; aunque los países pobres han ganado en riqueza, no están alcanzando a los más prósperos”.

Hay países ricos y países pobres. Algunos de estos últimos consiguen progresar y desarrollarse desde posiciones retrasadas.

¿Cuáles son las causas últimas de estas diferencias en la riqueza y de que se mantengan? ¿Por qué fracasan los países?

Por la calidad de las instituciones, es la respuesta de los economistas galardonados. Las instituciones determinan la relación entre quienes ostentan el poder (las élites gobernantes) y el resto de la sociedad. Cuanto mejores son, mayor es la prosperidad y mayores son las posibilidades de desarrollo económico.

Acemoglu, Johnson y Robinson distinguen entre dos tipos de instituciones:

Las instituciones inclusivas, que se fundamentan en el respeto al Estado de Derecho, y que suelen estar asociadas a sociedades democráticas. En estas instituciones, las élites permiten a la ciudadanía desenvolverse, de forma que alcance sus objetivos económicos y sociales. De este modo, este tipo de institución incentiva los comportamientos que facilitan el buen funcionamiento de la economía, la creación de riqueza y el desarrollo de la sociedad civil. Y una sociedad civil fuerte demanda mejores instituciones, con lo que se genera un círculo virtuoso de crecimiento económico, progreso social y mejora continua de las instituciones.

Las instituciones extractivas, donde se conculcan derechos básicos y no hay seguridad jurídica. Aunque son más comunes en autocracias, también pueden estar presentes en democracias. En este caso, las élites persiguen extraer los recursos del resto de la sociedad para su propio beneficio. Este contexto limita el incentivo de la sociedad a generar riqueza, emprender e innovar y menoscaba el desarrollo social.

¿Cómo respaldaron su teoría?

Con el análisis empírico de la colonización europea a partir del siglo XVI, en concreto, con la comparación entre modelos de colonización (más o menos extractivos) y los resultados en términos de desarrollo económico.

Un punto importante que se deriva de su teoría es que la brecha de desigualdad entre naciones no es fácil de cerrar. La fortaleza institucional favorece no solo el crecimiento económico, sino la propia mejora de las instituciones. Pero la debilidad institucional obstaculiza no solo el desarrollo, sino también el fortalecimiento institucional, lo que muchas veces impide cerrar la brecha.

Otro corolario es que las reformas, para ser efectivas, requieren el contexto adecuado.

Este punto lo analizaron en un artículo sobre la independencia de los bancos centrales precisamente.

En las últimas décadas, la mayoría de los bancos centrales se han convertido en independientes de los gobiernos. Y esta independencia se considera una de las razones para la reducción de la inflación en muchos países. Lo que demostraron los tres laureados es que en los países con instituciones extractivas los resultados en términos de control de la inflación eran peores. La razón que dan es que las demandas de las élites seguían requiriendo un cierto nivel de distorsiones en los precios que acababan generando inflación.

¿Cómo romper el círculo vicioso entre instituciones y prosperidad?

A través de los cambios en el equilibrio social. Un problema de las élites extractivas es la falta de credibilidad y de confianza por parte del resto de la sociedad.

Para mantener el poder están tentadas de prometer cambios para mejorar el bienestar de la población, que raramente cumplen. Esta situación genera descontento que puede acallarse, bien con más represión, o bien con la constatación por parte de la élite de la necesidad de reformas y de ceder parte del poder político a la ciudadanía. En este caso los cambios pueden darse de modo gradual y pacífico, como en las transiciones democráticas; en el primero, pueden ocurrir de repente y de modo convulso, como en las revoluciones.

Acemoglu y Johnson, en su reciente libro Poder y Progreso también han analizado el papel de la tecnología y la innovación en el crecimiento económico y en la configuración del poder. Por un lado, reconocen el efecto positivo del progreso tecnológico (democratizador) sobre las instituciones a lo largo de la historia. Por otro lado, alertan de que la revolución tecnológica actual, liderada por la internet y la inteligencia artificial, y concentrada en grandes corporaciones, puede tener un impacto negativo sobre el empleo y la propia calidad de la democracia.

El Comité del Nobel reconoció que el tema no es nuevo, pero que los galardonados habían encontrado nueva y convincente evidencia de una explicación de esa brecha: las diferencias en las instituciones de una sociedad.

El comité elogió el trabajo de los tres economistas por sus explicaciones de cómo “las sociedades con principios de derecho débiles e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para bien”.

Según el trabajo de los galardonados, “una explicación de las diferencias en la prosperidad de los países es por las instituciones sociales que fueron establecidas durante la colonización”.

El comité indicó que cuando los europeos colonizaron grandes partes del mundo, las instituciones en esas sociedades cambiaron. Mientras que en unos lugares las instituciones establecieron los fundamentos para sistemas políticos y económicos inclusivos, en muchos otros tuvieron el objetivo de explotar a la población indígena.

El análisis entonces divide a las instituciones en “inclusivas” y “extractivas”.

El ejemplo de Nogales

El jurado resaltó el trabajo de los galardonados en torno a la ciudad de Nogales que está dividida por la frontera entre México y Estados Unidos, donde el lado estadounidense es más próspero.

El sistema económico en EE.UU. ofrece a los residentes al norte de la frontera mayores oportunidades para escoger su educación y profesión, al tiempo que forman parte del sistema político de EE.UU., lo que les otorga amplios derechos políticos.

En contraste, al sur de la frontera, los residentes viven bajo otras condiciones económicas, y el sistema político allí limita su potencial para influir en la legislación.

“De manera que la diferencia decisiva no es geografía ni cultura, sino las instituciones”, explicó la academia.

“La introducción de instituciones inclusivas crearían beneficios a largo plazo para todos, pero las instituciones extractivas son las que proveen ganancias a corto plazo para los que están en el poder”, declaró el jurado.

Al ser contactado por teléfono, Daron Acemoglu dijo estar “encantado” con el premio y señaló que el trabajo que han hecho favorece a la democracia.

“Los países que se democratizan, a partir de un régimen no democrático, al final crecen unos ocho, nueve años más rápido que los regímenes no democráticos. Ese es un crecimiento sustancial”.

Reconoció, sin embargo, que “la democracia no es una panacea” y que “implantar la democracia es muy difícil”.

Los tres economistas galardonados compartirán el premio que incluye una cifra de US$1 millón.

El Nobel de Economía fue establecido en 1968 por el Sveriges Riksbank (Banco Central de Suecia) y la Real Academia de las Ciencias de Suecia está encargada de seleccionar a la persona, grupo de personas o institución ganadoras.

Con la BBC y el Banco de España