CARACACAS, VENEZUELA, 27 JULIO 2024.- El 28 de julio en Venezuela serán las elecciones presidenciales. Esta vez, con la esperanza puesta en el acuerdo firmado en 2023 sobre la promoción de derechos políticos y garantías electorales para todos los venezolanos, la oposición tiene una oportunidad de llegar fortalecida. A continuación, un repaso a las caras más importantes de este proceso electoral, fundamentales para entender el entramado político del país sudamericano.
Apenas unos días antes de las elecciones presidenciales en Venezuela hay expectativa sobre lo que pasará en ese país, enmarcada en los derechos políticos y garantías electorales del Acuerdo de Barbados, firmado en 2023, entre el oficialismo y la oposición, que está unida por primera vez en décadas.
Al respecto, Giulio Cellini, consultor político y director de Log Consultancy, le dijo a la Agencia EFE:
“Vista la oportunidad de que se produzca el cambio político, vista la oportunidad de que la elección pueda resultar exitosa para los intereses de la oposición, se han unido electoralmente; es una unidad electoral (…) todos coincidieron, por fin, en la ruta electoral”
De hecho, con la participación de todos los sectores de la sociedad y campañas masivas a lo largo del país, es la primera vez en décadas que la comunidad internacional no ha expresado “preocupación” por la legitimidad del proceso democrático en Venezuela.
“Estos comicios son claves porque son una oportunidad para que Venezuela regrese a la democracia”, sostuvo Brian Nichols, encargado del Departamento de Estado de EE. UU. para América Latina, el miércoles 24 de julio.
Sin embargo, los expertos apuntan que es probable que, como es costumbre en Venezuela, ninguno de los dos bloques —derecha o izquierda— reconozca fácilmente su derrota electoral.
En medio de la incertidumbre repasamos las principales caras a tener en cuenta para entender estos comicios:
Nicolás Maduro, el heredero del chavismo
Es el presidente de Venezuela. Nicolás Maduro ostenta ese título desde que ganó las elecciones por primera vez en 2013, cuando se convirtió en el mandatario número 48 de la historia de la República Bolivariana.
Desde el primer momento en el que asumió la Presidencia de Venezuela, Maduro ha estado en entredicho. Tras la muerte de Hugo Chávez, debido a un cáncer de colon el 5 de marzo de 2013, Maduro asumió inmediatamente como presidente. En esos momentos era vicepresidente, un delfín político y mano derecha de la importante figura venezolana de izquierda.
La comunidad internacional y la oposición denunciaron que, según la Constitución, no debía asumir el vicepresidente como presidente, lo debía hacer el presidente de la Asamblea Nacional, cargo ostentado por Diosdado Cabello en esos momentos.
La discusión fue zanjada por el Tribunal Supremo de Justicia, que avaló la decisión de Maduro a la cabeza de la presidencia, que fue ratificada por los venezolanos cuando el chavista le ganó al opositor Henrique Capriles las elecciones presidenciales en noviembre de 2013.
En 2018 ganó la reelección para el periodo 2019-2025 en unos comicios presidenciales definidos como “sin garantías” por la comunidad internacional. La mayoría de las partidas de observadores internacionales se negaron a acompañar las elecciones por este motivo.
Maduro ha militado con la izquierda desde los 12 años y fue proclive a la llegada de Hugo Chávez al poder en 1997. Siguiendo al partido de Chávez fue presidente de la Asamblea Nacional, ministro de Asuntos Exteriores y vicepresidente.
En su mandato como presidente, la situación económica en Venezuela ha mostrado una inflación altísima y, por consiguiente, pérdida de poder adquisitivo. Solo en 2018, la nación petrolera cerró el año con una tasa de 130.060%, año en el que se disparó la hiperinflación.
Ya sin el prefijo hiper, Venezuela cerró 2023 con una inflación de 189,8%, según el informe divulgado por el Banco Central (BCV) a inicios de 2024.
La inestabilidad económica ha desatado una de las peores crisis de refugiados del mundo relacionada con pobreza y la inseguridad, que han hecho que muchos decidan abandonar el país. Según Acnur hay 7, 7 millones de personas que han salido de Venezuela.
Ha sido tildado de “autoritario”, “corrupto” o incluso “dictador” desde que asumió el liderazgo del país por la oposición, algunos medios de comunicación, la comunidad internacional y organizaciones no gubernamentales. Se le acusa de perseguir a la oposición y querer silenciar cualquier tipo de disidencia.
Aunque siguen existiendo los venezolanos que se han mantenido fieles a Maduro por la memoria de Chávez, quien implementó numerosas políticas sociales y levantó económicamente al país, la gestión de Maduro ha hecho que otros le retiren su apoyo.
Jorge Rodríguez, ¿sucesor de Maduro?
En Venezuela es conocido por ser el presidente de la Asamblea Nacional. Además de eso, Jorge Rodríguez es una fuerte figura del chavismo: llevó a cabo las negociaciones con la oposición sobre el Acuerdo de Barbados y es el hermano de la vicepresidenta Delcy Rodríguez.
Su papel junto a Maduro ha hecho que varios dedos lo apunten como el hipotético sucesor del presidente al frente del movimiento chavista, algo que no ha sido confirmado de forma oficial.
Rodríguez y su hermana, Delcy, militaron en La Liga Socialista desde pequeños. Sus vínculos con la izquierda se remontan a la infancia y les vienen dados por su padre, Jorge Antonio Rodríguez, quien fundó La Liga Socialista; luego murió encarcelado y torturado por el Estado.
Psiquiatra de profesión arrancó su carrera política oficialmente en el 2003, cuando el Tribunal Supremo de Justicia designó al entonces especialista en salud de 38 años como rector del Consejo Nacional Electoral (CNE). El futuro le abriría más puertas en la misma línea entre 2008 y 2017 como alcalde de Caracas; y desde ese último año se convirtió en ministro de Comunicación e Información, antes de ocupar la presidencia de la Asamblea Nacional en 2021.
Actualmente, sus funciones son varias y ninguna, de poca importancia. Varias fuentes, citadas por medios de comunicación, aseguran que se encarga de desarticular a la oposición. Además, tiene un destacado papel como negociador –estuvo al frente de la liberación de Alex Saab– y otra de sus tareas es intentar librar a Venezuela de ser condenada por crímenes de lesa humanidad.
Junto a su hermana es una de las figuras más importantes de Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Durante estas elecciones se ha encargado de desmentir diversas acusaciones contra el oficialismo, como que su partido no aceptará la derrota frente a la oposición. Por todo eso, es uno de los nombres que más resuena como heredero del chavismo.
María Corina Machado, la que pudo ser, pero no fue
María Corina Machado, política de derecha, llegó a verse como candidata a la presidencia del país al ser una de las figuras más seguidas y populares de la oposición, remarcada por las encuestas. No obstante, la inhabilidad para participar en las elecciones, respaldada por el Tribunal Supremo, acabó con su ambición presidencial en enero de este año.
Sin embargo, Machado no se ha retirado del campo de batalla; actualmente sigue haciendo campaña a lo largo y ancho de todo el país, ahora por su apuesta política después de quedar fuera de la carrera presidencial: Edmundo González Urrutia. No obstante, como apuntan medios como ‘The New York Times’, Machado “sigue siendo el corazón del movimiento de la oposición”.
Con un rosario colgando del pecho –con clara tendencia religiosa– y casi siempre vestida de blanco, ha pedido a los venezolanos que sigan confiando y voten por su partido.
“María, sálvenos”, es uno de los pedidos que se pueden escuchar en sus mítines.
Tras la desaparición de la polémica figura de Juan Guaidó —que se autoproclamaba presidente sin haber ganado legítimamente las elecciones venezolanas—, la derecha opositora venezolana quedó desarticulada. Machado, quien ha conseguido unirla de nuevo, es la hija mayor de una importante familia de empresarios siderúrgicos, estudió en un colegio privado y católico en Caracas, y más tarde en un internado en Wellesley, en Estados Unidos.
Su historia como detractora del chavismo empieza en 2002 cuando trabajaba en la empresa familiar Sivensa e impulsó un movimiento para derrocar al presidente Hugo Chávez a través de la organización de defensa de los derechos humanos Súmate, que tenía claras tendencias políticas e ideológicas.
Metida en política desde temprana edad, es diputada independiente opositora y de derecha en la Asamblea Nacional desde el 2011. También fue una de las caras más visibles de la oposición durante las manifestaciones de 2014 contra el Gobierno de Maduro.
Fiel protectora del libre mercado y de las privatizaciones –ha defendido ampliamente la privatización de la petrolera nacional PDVSA–, también ha declarado su odio por la izquierda abiertamente y llegó a instar a los países occidentales a intervenir por la fuerza en Venezuela.
“Lo que hoy mantiene a Maduro son fuerzas fundamentalmente extranjeras que están ocupando Venezuela. Por eso las democracias occidentales tienen que entender que un régimen criminal solo saldrá del poder ante la amenaza creíble, inminente y severa del uso de la fuerza”, dijo Machado en una entrevista con la cadena ‘BBC’ en 2019.
Cuando le preguntaron si estaba dispuesta a pagar el precio de una intervención militar extranjera, respondió:
“Lo que es una ocupación internacional, extranjera y paramilitar es lo que hay hoy en Venezuela”
Ahora queda por ver cuál será su posición en el hipotético Gobierno de Edmundo González.
Edmundo González Urrutia, la esperanza de la oposición
Nadie lo vio venir. Edmundo González Urrutia era la tercera opción de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) por detrás de María Corina Machado y Corina Yoris, pero tras la inhabilitación de la primera y el bloqueo de la inscripción de la segunda tuvo que concurrir como candidato presidencial de la oposición. Ni él mismo lo vio venir y esto dijo tras su nominación:
“No esperaba ser el candidato presidencial, ya que jamás había competido por un cargo de elección popular”
El diplomático de profesión, de 74 años —motivo por el que ha sido criticado por el chavismo—, estudió en la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde se graduó como licenciado en Estudios Internacionales en 1970 y, más tarde, inició su carrera como diplomático.
Fue embajador de Venezuela en Argelia entre 1991 y 1993; luego embajador en Argentina, donde terminó su labor en 2002, ya con Hugo Chávez en el Gobierno, a quien acompañó en 1999 en uno de sus primeros viajes como presidente.
Sin haber militado políticamente en su vida, González se define a sí mismo como un político de centro. Se caracteriza por ser menos agresivo en sus formas de hacer campaña que Machado.
Con un hablar pausado, impropio del estilo político venezolano, ha conseguido aumentar su popularidad desde que aceptó postularse como candidato de la oposición en abril de este año.
“Acepto el inmenso honor y la responsabilidad de ser el candidato de todos los que quieren un cambio por la vía electoral”, dijo.
A pesar de no contar con un programa electoral claro, ha prometido mejorar la situación social de Venezuela. Es la esperanza de la oposición y también la promesa de cambio para la población.
“Hoy quiero hablarles especialmente a los millones de venezolanos que han tenido que abandonar su patria en busca de condiciones de desarrollo personal y profesional. Eso va a cambiar. Haremos que Venezuela vuelva a ser una tierra de gracia donde cada uno de ustedes encuentre condiciones para desarrollarse y crecer profesionalmente”, dijo González durante un mitin en Caracas el 20 de julio.
Queda por ver si su popularidad es suficiente para vencer a Maduro y al legado del chavismo. De conseguirlo se verá también si puede hacer cumplir todas las promesas de cambio de su campaña.
Con France22, EFE y medios locales