27 MAR 2021. Por Edwin Martínez. El diario de NY — Aunque algunos latinos de Nueva York todavía usan comentarios y piropos, mal recibidos en espacios laborales y en la calle, expertos recuerdan que ciertas conductas van contra la ley, irrespetan a mujeres y pueden meterlo en problemas
Desde que salieron a la luz hace más de dos semanas acusaciones de presunto acoso sexual contra el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo, levantadas ya por 6 mujeres, el tema volvió a ponerse delante de los reflectores en la Gran Manzana.
Y mientras el mandatario insiste en que nunca hizo “acercamientos inapropiados” hacia ninguna de las exempleadas que lo señalan, y ellas afirman que Cuomo pronunció frases y conversaciones que las hicieron sentir mal, entre los latinos de a pie de Nueva York, surge una gran interrogante: ¿hasta que punto, ciertos comentarios y acciones normales en nuestros países pueden pasar la frontera de lo políticamente incorrecto aquí, ser atrevidos y hasta maleducados, y convertirse en actos de acoso sexual?
En las calles, a la par que aumentan las protestas contra el presunto comportamiento inapropiado de Cuomo, en las cuales exigen con severidad su renuncia o destitución inmediata, otros, sin querer ser defensores del Gobernador, aseguran que han vivido momentos en los que sus comentarios, según ellos sin mala intención, les han pasado factura. Algunos insisten en que a veces, entre hispanos, hay comportamientos culturales que pueden meter en problemas a más de uno, sin malicia, dando el beneficio de la duda.
Así lo confiesa el ecuatoriano Alejandro Matamoros, de 39 años, quien trabaja en un restaurante en Manhattan, y quien asegura haber sido rotulado como un ‘acosador’ en su anterior empleo, por decir un par de frases a sus compañeras.
El padre de dos chicas adolescentes, afirma que aunque es consciente de que el calibre de frases fuertes debe censurarse y castigarse, siente que las relaciones interpersonales en la ciudad donde ha vivido 10 años, se “han ido al extremo”, haciendo que actos que pueden ser “imprudencia”, se tomen de manera equivocada.
“Yo siempre he sido muy amistoso y cariñoso con la gente, y defiendo el respeto, pero en enero del año pasado, antes de que empezara la pandemia, tuve un problema por una blanquita que llegó como mesera al restaurante, y aunque yo creía que estábamos llevándonos bien, al final, de recursos humanos me llamaron para despedirme, porque supuestamente estaba acosando sexualmente a esa mujer. Eso fue una injusticia”, asegura el cocinero.
Matamoros agregó que la joven se quejó con sus jefes, porque él usaba constantemente frases como ‘mami linda’, ‘mi amor’, ‘mamacita’, y porque cuando se despedían, cada noche el cocinero le daba un beso y un abrazo.
“Por Dios que nunca tuve malas intenciones con ella. Solo creía que éramos amigos. La trataba igual que al resto de las meseras, y como ella nunca me dijo que le molestaban mis palabras, pensé que todo estaba bien. El problema es que luego otras dos meseras se unieron a la queja, y fue muy duro para mí, especialmente por mis hijas, que pensaran que fui un acosador, cuando no lo fui ni lo soy”, asegura el ecuatoriano, advirtiendo que de manera brusca, aprendió una lección.
“En Nueva York, no podemos portarnos con otros con la cofianza y cercanía que tenemos con la gente en nuestros países. Es mejor mantener el respeto y distancia para evitarnos problemas”, dijo el trabajador, advirtiendo que siente que hay comportamientos culturales propios de los latinos que no son entendidos correctamente por todos en la Gran Manzana. “Uno a veces peca por ingenuo”.
Un asunto de idiosincrasia
El dominicano Julio Suárez, quien trabaja en una barbería en Queens, también asegura que ha sido objeto de señalamientos, a veces sin decir una sola palabra, por manifestar comportamientos que en su país suelen ser comunes.
“Uno aquí no puede decir nada, y a veces no puede ni mirar, cuando eso es un acto normal de cualquier ser humano. A mí me han dicho hasta pervertido, solo por mirar un momento a una mujer, y a veces hasta sin mirar”, asegura el caribeño, quien advierte que para evitar malos entendidos, en su barbería ha optado por decirle a sus compañeros que eviten comentarios y hasta miradas.
“Creo que las cosas se fueron hacia el otro lado. Yo estoy de acuerdo con que se castigue a quienes abusan de las mujeres, a quienes ponen las manos donde no deben, pero aquí muchos lo que quieren es que uno se quede mudo, porque o si no, ya vienen dicen que es acoso. Estamos haciendo que la gente viva aislada, entonces”, agregó el joven.
José Luis Guerrero comparte esa misma apreciación y advierte, que siendo Nueva York una ciudad donde cohabitan muchas culturas, debería educarse sobre la idiosincrasia de los diferentes grupos para que se entienda que “ser amable y halagador” no es igual que ser un acosador.
“Uno a veces ve una muchacha bonita y uno puede decirle algo bonito, sin faltar el respeto, como hacemos los latinos, porque eso está en nuestra cultura, y no es un problema, pero acá, si uno dice algo, ya lo toman como acoso y eso no está bien. Acosado se siente uno a veces con la forma en que a uno le responden, como si uno estuviera haciendo quien sabe que cosa”, comentó el latino.
“La clave es respetar y quedarse callado”
Pero no todos los hispanos son de ese sentir. Y tras advertir que en Nueva York hay reglas de comportamiento básicas que no deben pasarse por alto, el mexicano Óscar Bolaños, asegura que lo que falta en la ciudad es educar más a quienes vienen de afuera con costumbres que en la Gran Manzana no son bien vistas.
Un asunto de idiosincrasia
El dominicano Julio Suárez, quien trabaja en una barbería en Queens, también asegura que ha sido objeto de señalamientos, a veces sin decir una sola palabra, por manifestar comportamientos que en su país suelen ser comunes.
“Uno aquí no puede decir nada, y a veces no puede ni mirar, cuando eso es un acto normal de cualquier ser humano. A mí me han dicho hasta pervertido, solo por mirar un momento a una mujer, y a veces hasta sin mirar”, asegura el caribeño, quien advierte que para evitar malos entendidos, en su barbería ha optado por decirle a sus compañeros que eviten comentarios y hasta miradas.
“Creo que las cosas se fueron hacia el otro lado. Yo estoy de acuerdo con que se castigue a quienes abusan de las mujeres, a quienes ponen las manos donde no deben, pero aquí muchos lo que quieren es que uno se quede mudo, porque o si no, ya vienen dicen que es acoso. Estamos haciendo que la gente viva aislada, entonces”, agregó el joven.
José Luis Guerrero comparte esa misma apreciación y advierte, que siendo Nueva York una ciudad donde cohabitan muchas culturas, debería educarse sobre la idiosincrasia de los diferentes grupos para que se entienda que “ser amable y halagador” no es igual que ser un acosador.
“Uno a veces ve una muchacha bonita y uno puede decirle algo bonito, sin faltar el respeto, como hacemos los latinos, porque eso está en nuestra cultura, y no es un problema, pero acá, si uno dice algo, ya lo toman como acoso y eso no está bien. Acosado se siente uno a veces con la forma en que a uno le responden, como si uno estuviera haciendo quien sabe que cosa”, comentó el latino.
“La clave es respetar y quedarse callado”
Pero no todos los hispanos son de ese sentir. Y tras advertir que en Nueva York hay reglas de comportamiento básicas que no deben pasarse por alto, el mexicano Óscar Bolaños, asegura que lo que falta en la ciudad es educar más a quienes vienen de afuera con costumbres que en la Gran Manzana no son bien vistas.
Mónica Martínez, también originaria de México, asegura que el problema principal con muchos hombres latinos, es que fueron educados con la concepción de que “decir cosas en la calle o a colegas del trabajo es bonito”, cuando no lo es, aunque defendió el actuar de los hispanos sobre ese tema, en la Gran Manzana. Según ella, la mayoría sabe comportarse en Nueva York.
“En mi país, yo muchas veces me sentí incómoda por la manera en que me miraban, o por comentarios que me hacían, pero pienso que aquí, gracias a que hay más leyes y educación sobre el acoso, los hombres son distintos”, dijo la joven, quien se sumó al llamado de que se sigan promoviendo campañas para que los neoyorquinos aprendan a diferenciar el acoso sexual de otras conductas.
“A veces hay frases que no resultan vulgares, y en una ambiente de confianza se pueden permitir, pero cuando las personas van más allá con sus comentarios, eso no hay que permitirlo y hay que ponerle freno. No todo son simples frases”, enfatizó Martínez.
Cultura machista entre los hispanos
Paulette Soltani, activista de la organización VOCAL NY, aseguró que no se puede caer en el falso concepto de pensar que los comentarios que muchos hombres hacen a las mujeres, son simples palabras que deben pasarse por alto, y dijo que hay que trabajar más en la lucha contra estructuras machistas, que las comunidades hispanas siguen promoviendo.
“No son simplemente frases, son acciones que dañan a las personas, y que muestran que hay un problema más profundo”, dijo Soltani, agregando que por ello es tan importante no dejar que comentarios “como los del gobernador Cuomo contra las mujeres” que lo señalan de acoso sexual, queden sin castigo.
“Ese video solo dura 45 minutos, y allí se habla de manera específica sobre lo que aquí se considera acoso y lo que no. Es un entrenamiento que todos deberíamos tener”, comentó Gutiérrez, manifestando que una regla de oro para evitar que comportamientos culturales, realmente sin mala intención, sean vistos como posible acoso, es preguntar, aunque parezca exagerado.
“Hay que entender que el acoso sexual está definido como un avance de carácter sexual, que no es bienvenido por la otra persona. Los estándares en la ciudad, que son los más estrictos, advierten que la persona que recibe algún comentario que no le gusta, debe decir que ese comentario no es bienvenido, y no puede volver a pasar. Y sobre costumbres de nuestros países como abrazar y saludar con besos, hay que preguntar de manera drecta, antes de hacerlo, si la otra persona está de acuerdo o no. Y si dice no, nunca hay que hacerlo”, dijo el abogado.
Sobre frases relacionadas con la apariencia de sus compañeros de trabajo, el abogado explicó que se pudiera entender que alguien está creando un ambiente hostil contra las mujeres, si se la pasa diciéndole a todas frases como ‘te ves bonita’, pero aclaró que un solo comentario por sí solo, no se considera acoso sexual, a menos que sea de contenido explícito o de alto calíbre. En ese caso una sola frase basta para ser acoso sexual.
“La ley de la Ciudad dice que un comentario no basta, pero si los comentarios se repiten muchas veces, o si son suficientemente severos, puede tomar forma de acoso sexual. Por ejemplo, si solo digo una vez a alguien, ‘te ves bien’, no lo tomarían como acoso. Pero si digo algo, detallando su figura, o que me gustaría hacerle algo, va a ser acoso sexual, sin necesidad de que la otra persona manifieste que el comentario no es bienvenido”, acotó el abogado en derechos laborales.
Sobre la defensa que muchos latinos, mayormente hombres, hacen de sus comportamientos, por cuestiones culturales, Gutiérrez aclaró que eso no puede contar, porque las normas son claras sobre “donde pisar”, y tener consideraciones especiales, sería perpetuar el machismo.
“Las mismas frases que el Gobernador le ha dicho a las mujeres, es el mismo machismo que mata a las esposas, es igual. Y si permitimos que el Gobernador de este estado pueda hacer esas cosas, y decir esas cosas, sin consecuencias, los hombres dentro de Nueva York, y los latinos, que muchos son machistas en nuestras comunidades, van a pensar que eso está bien, cuando todos sabemos que no está bien”, agregó la activista.
Pero los comportamientos “maleducados” o aquellos que algunos consideran simplemente actos “políticamente incorrectos”, al decir cosas que no se deben decir, no solo pueden generar molestia, y rechazo, sino que también, de ser denunciados, son castigados por la ley, y pueden meter a muchas personas en problemas.
Y es que en Nueva York, entre el 2018 y el 2019 se promulgaron varias leyes anti-acoso, que cerraron vacíos que existían para entender esas conductas, y que pretenden que haya claridad, tanto para empleados como empleadores y neoyorquinos en general. La idea de esas leyes es también que todos estén en la misma página.
Las leyes contra el acoso sexual obligan a todos los empleadores a implementar políticas específicas para proteger a los trabajadores, incluyendo capacitaciones, seguimiento de quejas y responsabilidad en sus investigaciones, y proporcionar a los empleados las políticas de acoso sexual en inglés o en su idioma principal cuando son contratados.
Además, acabaron con el requerimiento de la ley federal de Derechos Civiles, que señalan que para poder solicitar algún tipo de compensación por actos de acoso, los hechos denunciados debían ser “severos o generalizados”.
Asimismo, pone fin a una disposición que permite a los empleadores no asumir responsabilidad por hechos de acoso cuando los empleados no presentan sus quejas de manera formal, y autoriza a presentar quejas hasta 3 años después de ocurridos los actos. Otro punto de las leyes es que dan poder a la Fiscalía del Estado para procesar ciertos casos de manera civil y penal, según la severidad de los hechos.
El abogado Cristobal Gutiérrez, de la Organización Make the Road NY, quien afirma, que a pesar de que puede haber líneas muy delgadas entre actos de mal comportamiento y actos de acoso sexual, explica precisamente, que las normativas en Nueva York son muy claras, y desconocerlas, no significa que la gente sea eximida. Premisas de que se actúa de determinada manera al hablar, sin intención maliciosa, porque es parte de conductas culturales, no son reclamos válidos, ante la ley.
“La idea de las leyes para la prevención del acoso sexual, se dan justamente porque en Nueva York todos vinimos de diferentes culturas, donde en unas hay cosas aceptadas o socialmente comúnes, pero que acá no lo son. Por eso se pone un mismo estandar para todos“, aseguró el experto en leyes.
El abogado advirtió que aunque es obligación que todos los patronos ofrezcan entrenamiento contra el acoso a todos sus empleados, muchos no lo hacen, lo que es castigado por la ley, por lo que recomendó que quienes vivan en Nueva York, vean el video de acosos sexual de la Comisión de Derechos Humanos, para educarse sobre el tema con precisión y evitar malos ratos.
“En nuestros países hay mayor desigualdad contra las mujeres que acá. Somos de cultura machista y hasta se entiende que es normal que los hombres miren de cierta manera a las mujeres y les digan cosas. Pero eso no está bien, uno no tiene por qué andar mirando de manera lasciva ni diciendo comentarios sexuales a la gente. Hay que respetar”, dijo el experto laboral, quen dio un “tip”.
“Otra regla de oro es no hacer lo que no me gustaría que me hicieran a mi. A los hombres heterosexuales les digo que piensen cómo se sentirían ellos si otros hombres le dicen cosas en la calle o en el trabajo, como las que ellos le dicen a las mujeres, y si los miraran de manera lasciva”, dijo Gutiérrez. “Por regla general mirar lascivamente no es bien visto acá y los piropos en la calle, no hay que decirlos, pues aunque me mueva en ambientes latinos, eso en Nueva York es consderado ilegal.
Aunque comentarios molestos y miradas lascivas pueden repercutir en sanciones civiles, no solo para los empleados que lo cometan sino también para sus jefes, por no garantizar ambientes seguros libres de acoso, si las cosas van más allá y pasan a actos de tocamientos lascivos, ya se convierten en hechos de abuso sexual, que son materia criminal.
Alicia McCauley, vocera de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de Nueva York, advirtió que la Ciudad se toma tan en serio las denuncias de acoso, que incluso aquellos actos, que no sean malintencionados, pero que sean recibidos de manera negativa por las víctimas, no son tolerados.
“La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de Nueva York toma en serio todas las denuncias de acoso sexual. La intención bien intencionada, sin importar el motivo, no protege a los perpetradores de acoso sexual de la responsabilidad bajo la Ley de Derechos Humanos de la Ciudad de Nueva York”, aseguró la funcionaria.
“Como parte de la Ley de Alto al Acoso Sexual de 2018, todos los empleadores con 15 o más empleados deben hacer que todo su personal complete anualmente la capacitación sobre prevención del acoso sexual. La formación se ofrece en 11 idiomas, incluido el español. Hasta la fecha se han completado más de 677.000 capacitaciones. Se han realizado 62,922 capacitaciones de prevención del acoso sexual en español”, agregó MCCauley.
Bajo las leyes del Estado, se obliga a hacer la capacitación y a crear políticas anti-acoso a sitios de trabajo a partir de 4 empleados.
En el año fiscal 2020, la Comisión de Derechos Humanos de Nueva York recibió un total de 503 reportes de acoso sexual, 339 de las cuales ocurrieron en sitios de trabajo, y 174 casos fueron denunciados por ese organismo.