Tasas altas y dólar quieto: cómo el carry trade intenta romper una década de dolarización colchón

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 23 de abril de 2025.- Javier Milei enfrenta un inusual revés en su estrategia económica: la llamada “dolarización endógena” no logró penetrar en los hábitos cotidianos de los argentinos. Más allá del turismo, las compras internacionales y el mercado hipotecario -ya dolarizado desde hace años-, el peso sigue dominando las transacciones diarias. Esta resistencia popular contradice una de las leyes económicas más relevantes para Argentina: la ley de Gresham, según un reporte del medio periodístico especializado Iprofesional.

Formulada en el siglo XVI por el comerciante inglés Thomas Gresham, esta premisa explica un fenómeno que los argentinos practican instintivamente: cuando circulan dos monedas, la “mala” (en este caso, el peso) se usa para transacciones, mientras la “buena” (el dólar) se atesora. Así, mientras los billetes verdes se acumulan en cajas de seguridad y colchones -se estima que hay más de un millón-, los pesos cambian de manos velozmente.

Luis Caputo, actualmente en Washington reunido con el FMI, ha convertido este comportamiento en su nuevo frente de batalla. Logró que la directora del organismo, Kristalina Georgieva, respaldara públicamente su objetivo: movilizar los aproximadamente 200,000 millones de dólares que permanecen fuera del sistema financiero. El argumento es claro: quienes insisten en guardar dólares físicos están perdiendo oportunidades de rentabilidad.

La apuesta del carry trade

El gobierno ha lanzado una campaña persuasiva, respaldada por economistas y bancos afines, destacando las ventajas del carry trade. Con instrumentos como las LECAP que ofrecen tasas mensuales efectivas del 3.75% en pesos, buscan seducir a los ahorristas. Paralelamente, la nueva normativa del BCRA permite el libre flujo de capitales extranjeros, con el requisito de permanecer seis meses en el país.

Sin embargo, esta estrategia tropieza con realidades concretas. Los productores agropecuarios, tentados a principios de año a liquidar sus reservas en silobolsas, en su mayoría rechazaron la propuesta. Hoy persiste el debate sobre qué estrategia fue más rentable: vender temprano para aprovechar las tasas en pesos o esperar a mejores precios de exportación.

La psicología del ahorrista

El comportamiento del pequeño ahorrista responde a una lógica distinta. Incluso con el “efecto castigo” para quienes compraron dólares por encima de $1.400 durante la especulación devaluatoria, no hay señales de que los billetes guardados vayan a volver al mercado. Como han demostrado diversos estudios, el dólar en Argentina genera una demanda constante: cuando baja, se percibe como oportunidad; cuando sube, como protección contra el peso.

Inflación: el desafío oculto

La estabilidad cambiaria celebrada por el gobierno tiene un reverso preocupante: la inflación medida en dólares. Según cálculos de consultoras privadas, mientras la inflación en pesos fue del 3% en las últimas cuatro semanas, en dólares CCL alcanzó un impactante 17%. Incluso tomando el dólar oficial, la devaluación del 2% no compensa el alza de precios, generando un incremento del 4.5% en dólares durante 2024.

Este fenómeno está reavivando el debate sobre el retraso cambiario. Paradójicamente, el levantamiento del cepo no calmó las aguas, sino que intensificó las discusiones sobre competitividad. Ya se observa un aumento inesperado en pedidos de importación, contrario a lo pronosticado antes de la liberación cambiaria.

Perspectivas inciertas

El escenario actual presenta múltiples incógnitas. Por un lado, las exportaciones agropecuarias, posibles nuevos créditos “repo” e inversiones externas podrían mantener estable el tipo de cambio. Por otro, si se consolida la apreciación del peso, la inflación en dólares podría acelerarse por encima del 2% mensual, profundizando las comparaciones internacionales de precios.

Frente a este panorama, el gobierno ha optado por priorizar la estabilidad cambiaria durante el año electoral, aun a costa de enfrentar críticas por el atraso cambiario. La disyuntiva entre volatilidad y competitividad sigue abierta, mientras los dólares bajo el colchón parecen dispuestos a esperar mejores oportunidades.

Con Iprofesional