Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 20 de enero de 2025.- El diputado de Encuentro Federal en diáogo con en diario La Nación alertó sobre los efectos del atraso cambiario, la continuidad del cepo y el nivel de reservas; anticipa que aspira a competir en la Capital y defiende a Talerico tras el ataque de Milei. La presión para reducir las retenciones va a ser enorme por la sobrevaluación del peso, sostuvo durante la entrevista.
Además, el diputado de Encuentro Federal dejó varias definciones durante la conversación:
Me hubiera gustado un enfoque más integral, de largo plazo, y que las reformas sobre los regímenes previsional, de financiamiento de la salud o el impositivo hubieran venido en un mismo paquete inicial. Eso le hubiera dado previsibilidad a la economía. Uno percibe que la corrección inicial tuvo mucho de comprimir el gasto. O sea, con caída de los salarios y las jubilaciones, y un énfasis menor en la reforma estructural del Estado, afirma el diputado.
Es cierto que el Gobierno viene diciendo que va a afrontar ese tema, pero yo creo que hubiera sido bueno lanzar ese programa inicial con una ley de responsabilidad fiscal, una reforma de la carta orgánica del Banco Central, una reforma de la ley de administración financiera y con presupuestos desde el comienzo del gobierno.
Sobre la decisión del BCRA de bajar el crawling peg de 2% a 1% sostuvo que: “Tampoco estuve de acuerdo”. La tasa de inflación no había bajado en los términos en que el mismo Gobierno había anunciado -2,5%- para proceder a un escalón inferior. En segundo lugar, estamos con un proceso delicado de sobrevaluación de la moneda que tiene implicancias en materia de empleo, exportación e inversión. Ya hay un problema de sobrevaluación y si usted lo agrava, hace más difícil su solución.
Yo no hubiera dado ese paso porque va a requerir más tiempo resolver la complejidad de la situación inflacionaria. El desorden de precios relativos y el caos organizativo que se recibió requieren tiempo para corregirse. Acelerar ese proceso o forzarlo es contraindicado.
Bueno, la inflación mensual en la Argentina equivale a la inflación anual en los Estados Unidos. No es apropiado creer que la inflación ha terminado. Hemos logrado un avance significativo, que no debe ser subestimado, pero tampoco exagerado.
La cuestión estructural de la reforma previsional, del régimen de transferencia de recursos a las provincias -que está ligada al régimen impositivo-, o la necesidad de eliminar privilegios, debieron haber venido con una ley de responsabilidad fiscal.
Yo sugerí en la discusión del presupuesto copiar la legislación que impuso [Luis] Lacalle Pou en la ley inicial de su gobierno en Uruguay, que implicaba límites al crecimiento del gasto, la deuda y la estimación de los desequilibrios. Yo creo que la experiencia de otros países revela que el enfoque fiscal debe ser más amplio del que se utilizó en esta oportunidad. Eso no desconoce lo realizado, sino que le da otra dimensión, explicó.
La clave para que la Argentina sea exitosa es que crezcan las exportaciones, el empleo privado y la inversión. Un tipo de cambio sobrevaluado hace más difícil esa tarea.
Es notoria la dificultad en la agroindustria, la industria o el turismo. Esos sectores están siendo sometidos a una situación delicada. En particular, porque no se ha acumulado el nivel de reservas adecuado; son negativas. El énfasis de crecimiento tiene que estar en los ejes de exportación, inversión y empleo privado, y en aumentar el nivel de reservas y reducir el volumen de deuda, aseguró.
La presión para reducir las retenciones va a ser enorme por la sobrevaluación, la caída de los precios y la crisis climática.
Sigo creyendo que el país necesita presupuesto, entre otras cosas, porque es lo que establece nuestra Constitución.
La Argentina necesita un presupuesto superavitario, no equilibrado, porque parte de su generación de riqueza es extraer recursos exhaustibles.
El reclamo del presupuesto es natural y le daría una formidable credibilidad al país. Yo estoy de acuerdo con que el presupuesto debe ser superavitario. Y no hay nadie, salvo la gente muy loca, que crea que en la Argentina es posible seguir financiando los gastos con emisión de dinero o crecimiento de la deuda. Nos ha ido muy mal haciendo eso.
No es institucionalmente conveniente que el país funcione sin presupuesto.
Todos nuestros vecinos no tienen control de cambios; tampoco los países desarrollados. Esa es una patología que venía del kirchnerismo. No hay que copiar las patologías que fueron tan negativas y empobrecedoras para el país. El camino es ir saliendo del control de cambios, afirmó el diputado durante la entrevista.
Reconozco que usted puede buscar un camino gradual para hacerlo y hay un proceso en ese sentido. Propuse la alternativa de que volvamos a la carta orgánica de los noventa, donde el Banco Central no tenía las facultades de “Papá Noel” que le dio el kirchnerismo.
Yo prefiero salir (del cepo cambiario) cuanto antes, porque el control de cambios da lugar a tipos de cambios artificiales. Por ejemplo, no me parece bien que tengamos un tipo de cambio diferente para exportaciones o importaciones. Yo tomaría el mismo.
Nuestro sistema tiene enormes garantías para los reos. Entonces, si usted fue dos veces condenado, es porque no hay caso.
¿Está de acuerdo con eliminar las PASO?
“No. El régimen de las PASO resolvió los problemas de debilidad y fragilidad del sistema político argentino. Hace treinta o cuarenta años, en las internas del radicalismo, había 700.000 o 1.000.000 de votantes. Eso hoy sería imposible. Al haber ido a boleta única, sacamos el 90% del gasto de este sistema. Por lo que no veo un sistema alternativo eficaz.
En general, prefiero que no hagamos cambios en el régimen electoral en el año que hay comicios. Es una cuestión de sentido común. Si hay que hacer modificaciones, hay que plantearlas en el 2026.
¿Por qué percibe que Macri y Milei no harán una alianza electoral?
“Expresan fuerzas políticas diferentes. El partido de Macri se parece más a lo que fue el régimen político de Lacalle Pou o [Sebastián] Piñera que a las fuerzas como Vox, de [Viktor] Orban, o las que son afines al partido del presidente. En España o Hungría, esas fuerzas no concurren unificadas a las elecciones. Esa es mi hipótesis”.
Como [Winston] Churchill, sigo creyendo que la democracia representativa es un mal sistema, pero es el mejor de las alternativas con las que disponemos.
En general, la elección se debe polarizar cuando usted elige autoridades ejecutivas. Las legislativas son un momento para expresar los matices. Me parece que eso es lo que va a ocurrir este año en la Argentina.
Días atrás, salió a respaldar a María Eugenia Talerico, que fue apuntada por los libertarios después de la filtración de la lista de la AFIP. ¿A qué vincula la ofensiva?
Talerico me ha acompañado en las listas. La he respaldado. Me parece la figura más descollante que ha surgido de la generación posterior a la mía.
¿Concuerda con Talerico en que un pacto Pro-LLA sería un “enchastre”?
Concuerdo con ella en que preservar la institucionalidad, la integridad, librar una lucha terminante contra la corrupción y elegir funcionarios de gran calidad forma parte de la agenda que tenemos en la Argentina.
Resalta esas coincidencias con Talerico. ¿Qué contradicciones nota en el modelo de Milei?
Bueno, yo no propondría a [Ariel] Lijo.
¿Tampoco propondría a Andrés Vázquez, titular de la DGI?
Bueno, todo lo que ha sido cuestionado o tuvo que ver con la historia anterior lo critico. Me llama la atención que el vice de los Kirchner [por Daniel Scioli] sea hoy funcionario destacado del gobierno. Eso está en las antípodas de lo que he defendido y combatido durante más de veinte años.
Usted pide “no copiar patologías del kirchnerismo”, ¿Milei lo está haciendo?
No propondría a Lijo ni a funcionarios cuestionados por el fiscal Diego Luciani. Ahí le paso dos filtros muy precisos.
Me llama la atención que el vice de los Kirchner [por Daniel Scioli] sea hoy funcionario destacado del gobierno. Eso está en las antípodas de lo que he defendido y combatido durante más de veinte años.
¿Cuáles son los riesgos que ve en el discurso antagónico de Milei?
Hace foco en el lenguaje y las formas.
“Es un discurso que viene de una tradición filosófica distinta a la mía. Yo vengo de las expresiones del liberalismo clásico, como Lacalle Pou, Fernando Henrique Cardoso o Julio María Sanguinetti. Es el liderazgo tradicional de creer en una economía abierta, una sociedad plural y un Estado que asegura el monopolio de la fuerza. A mí no se me ocurriría decir que tenemos que ir a un país sin Estado. Admito que el Presidente ganó diciendo eso, pero yo vengo de otra tradición política.
¿Hay lugar en este tablero político para edificar una alternativa al kirchnerismo y Milei?
“Yo creo que el país requiere que haya una expresión que refleje esta visión que valora la necesidad de una reforma económica que nos estabilice, nos integre al mundo y reponga el orden público, pero que también tenga esa mirada más consistente con el preámbulo de la Constitución Nacional, que pide asegurar la paz interior y contribuir a la unión nacional. Esa no es una visión de amigo-enemigo, sino de convivir en la diversidad”.
Una fracción de la sociedad que no se siente atraída ni por el programa kirchnerista ni por el del presidente. Eso necesita representación.
¿Será candidato?
“Voy a serlo. Más adelante veremos el lugar [diputado o senador] y si se dan las condiciones para una coalición”.
La política exterior tiene que estar guiada por la defensa del interés del país, negociar con todo el mundo y tratar de generar la mayor cantidad de oportunidades para que crezcan las exportaciones y el empleo. Además, hay que defender los organismos multilaterales porque somos un país pequeño, frágil y débil. Eso nos resguarda de los desbordes de las potencias en un mundo en el que han ocurrido atrocidades, como la invasión de Rusia a Ucrania.
¿Le preocupa que Milei diga que su gobierno es “el mejor de la historia”?
“Tengo la tradición judeocristiana de ‘los últimos serán los primeros’. No soy de autoelogiarme. A veces, no lo puedo evitar en términos de decir: vean lo que predije y lo que ocurrió. Eso no quiere decir que yo sea perfecto”.