por Salvador Di Stefano
CIUIDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES, 23 ENE 2023.- El año 2023 será un año atravesado 100,0% por lo político, con sus respectivas implicancias en lo económico. Frente a este escenario, el gobierno tratará de llegar lo mejor posible al mes de agosto, momento en el cual las elecciones PASO tendrán lugar, y será el primer examen que los políticos deberán enfrentar. En el mientras tanto, pareciera que el plan sigue siendo aguantar. El punto está en hasta cuándo el mercado, la sociedad y la economía en general soportarán el Plan Aguantar.
El gobierno “celebró” el dato de inflación al mes de diciembre. Frente al 5,1% mensual del último mes del año, el 2022 cerró con una inflación anualizada de 94,8%, inferior a los 3 dígitos que se esperaban, y a esto se debió el festejo del oficialismo. Pese a eso, la inflación del año 2022 fue la más elevada de los últimos 30 años y compartió podio con países como Zimbabue, Líbano y Venezuela, por ser las economías con mayor inflación anual en el mundo. Además, si bien el nivel general no superó las tres cifras, hubo rubros que sí lo hicieron. Fue el caso particular de Restaurantes y hoteles, alcanzando una inflación anual de 108,8% y Prendas de vestir y calzado, acumulando 120,8% de inflación en 12 meses. Incluso, para este último caso, la barrera de los tres dígitos la rompió en agosto, cuando la inflación anual específica de dicho sector ascendió a 109,0%.
Dentro del Plan Aguantar, el Ministro de Economía, Sergio Massa, insiste con una inflación mensual en torno al 3,0%. Su objetivo es que, durante el primer trimestre del año, el dato mensual comience con 4, para luego estabilizarse en valores que empiecen con 3. De todas formas, y por cómo se perfila el panorama, creemos que será muy difícil que suceda.
Recientemente el Banco Central República Argentina publicó el Relevamiento de Expectativas de mercado (REM) a diciembre 2022, en el cual presentan las proyecciones de las principales variables para todo el año 2023. En dicho informe, la media de los analistas de mercado plantea que conviviremos con una inflación anual en torno al 100,0% a lo largo de todo el año. En promedio, la inflación mensual del primer semestre del año sería del 5,8%, casi el doble de lo que espera el equipo económico del gobierno.
Otra variable que mide el termómetro de la economía es el dólar. Durante el año 2022 fue política del gobierno atrasar el tipo de cambio. La tasa de devaluación anual fue 72,4%, prácticamente 30 puntos porcentuales por debajo de la inflación del período. Si bien el gobierno siguió esa política monetaria para tratar de anclar los precios y que la inflación no se dispare aún más, como todo en economía, fue una decisión de “manta corta” ya que le trajo consecuencias negativas por otro lado.
Un dólar atrasado incentiva las importaciones, ya que se podría adquirir mercadería a menor precio del que debería estar, mientras, exactamente por el mismo motivo, desmotiva a las exportaciones ya que los exportadores esperan poder vender sus productos al mundo a un valor más razonable. Esta situación hizo que, durante 3 meses, las importaciones superen a las exportaciones, logrando que el intercambio comercial argentino sea deficitario. Este déficit, sumado al resultado negativo de las cuentas públicas, hizo que la economía argentina experimentase Déficits gemelos.
Frente al desincentivo a exportar, ingresaron menos dólares a las arcas del Banco Central. Las escasas reservas obligaron a las autoridades del BCRA y del gobierno a restringir las importaciones, tratando de frenar por esa vía la salida de divisas. Si durante el 2023 continúa el atraso cambiario, sumado a las pocas liquidaciones del agro que es esperan a raíz de la fuerte sequía, los dólares seguirán escaseando por lo que, no creemos que se liberen las importaciones si no que, por el contrario, no descartamos apliquen mayores trabas.
De cara al 2023 no creemos que cambie mucho la estrategia. Durante la primera quincena de enero, la tasa de devaluación fue 2,3%. Si extrapolamos dicha tasa a todo el mes, nos daría una devaluación mensual de 5,3%. Durante el último cuatrimestre del año anterior, la tasa de devaluación promedio ascendió al 6,3%, por lo que estaríamos experimentando una desaceleración. Si se cumple el promedio de inflación mensual de 5,8% que plantean los analistas de mercado en el REM, la devaluación nuevamente estaría quedando por detrás.
La media de los analistas que participan del REM estima un dólar mayorista en $ 331,00 para fin de año, lo que significaría una devaluación anual de 87,0%, inferior a lo que los mismos analistas esperan para la inflación.
Si bien todavía no se conocen los datos oficiales, se espera que la economía haya crecido en torno al 5,0% a lo largo del 2022, en parte, gracias al arrastre estadístico positivo del año anterior. Mirando al 2023, las proyecciones giran en torno a tasas de crecimiento inferiores, aproximadamente del 1,0%, no dejando ningún arrastre positivo para el año siguiente. Incluso, están quienes estiman que el PBI podría contraerse durante este año. La economía mundial también se enfrenta a un año complejo, impulsado principalmente por la desaceleración que se cree podrán experimentar países como China, Estados Unidos o la Unión Europea. Desde ya que, si eso sucede, impactará negativamente en economías emergentes y en desarrollo, como el caso de Argentina.
Retomando con los dólares, los alternativos no se quedan atrás. Si bien, durante el 2022, también estuvieron atrasados con respecto a la inflación, en los primeros días de enero subieron la temperatura. En tan solo 15 días, el MEP subió 7,0%, el CCL 4,3% y el blue 5,6%.
Están quienes plantean que una suba en el bono AL30 y en el dólar CCL podría traducirse en una futura suba del dólar paralelo. Esta situación podría darse por lo siguiente.
Por un lado, el Bono AL30 es uno de los instrumentos más elegidos por aquellos que quieren adquirir dólares financieros ya que cotiza tanto en pesos como en dólares, permitiendo hacer la operación.
La cotización de los dólares alternativos, ya sea MEP, para que las divisas queden en el país, o CCL, para girar dichas divisas al exterior (motivo por el cual el CCL es más caro), responde directamente a las leyes de la oferta y la demanda. La mayor demanda, empujará su valor hacia arriba. Sin embargo, muchas veces ocurre que el gobierno interviene en estas operatorias, tratando de impedir que la cotización suba aún más.
Dicho esto, cabe aclarar que la mayor diferencia entre los dólares alternativos y el dólar informal es que, tal como su nombre lo indicada, actúa en un mercado paralelo y desregulado, en el cual el gobierno no puede intervenir. Por lo tanto, la formación de precio del dólar blue es 100,0% libre. Sin embargo, podríamos decir que “toma como referencia” a las cotizaciones de los dólares alternativos, en especial al CCL, justamente por ser la cotización más alta, y “trata de imitar” sus movimientos.
Aquellos cuyos fondos están declarados pueden recurrir a los dólares alternativos mientras que, quienes no los tienen declarados, deben recurrir al dólar blue. En una economía altamente informal como la argentina, la demanda de dólar paralelo es elevada, y eso también empuja para arriba su cotización.
Por otro lado, al margen de que el bono AL30 se utilice para estas operaciones, la cotización de dicho instrumento actúa como termómetro de las expectativas de mercado. El hecho de que, por ejemplo, esté subiendo el valor de un instrumento que vence en el año 2030, quiere decir que el mercado estaría descontando un cambio de gobierno y mira con optimismo dicho cambio.
Mirar con optimismo un cambio de gobierno, cuando todavía quedan 12 meses para que eso ocurra, genera mayor turbulencia en el presente, impactando de forma directa en las variables, entre ellas, en la cotización de los dólares, ya sean alternativos o informal.
Además de los bonos y del dólar CCL, existen otros instrumentos y condiciones a tener en cuenta para predecir el movimiento del dólar informal.
Por un lado, tal como comentamos, el dólar blue opera en un mercado informal, por lo que, cualquier persona puede recurrir. El hecho de convivir en una economía altamente regulada, con infinidad de restricciones y cepos cambiarios, promueve cada vez más la compra de esta divisa. A medida que se sigan colocando impedimentos, la demanda del dólar blue seguirá aumentando, y, por lo tanto, su precio también.
Por otro lado, la tasa de interés de referencia que fija el Banco Central República Argentina puede actuar como moderador del precio del dólar. A medida que el BCRA suba la tasa, podría haber más incentivos a destinar los fondos extras a instrumentos en pesos y no destinarlos a la compra de dólares, por lo que, podría enfriar un poco su demanda y, de esa forma, su cotización. El punto está en que si bien puede servir para incentivar las inversiones financieras en pesos y así desmotivar la compra de dólares, al mismo tiempo, termina desincentivando inversiones productivas porque resulta más rentable colocar un Plazo Fijo antes que comprar una máquina para aumentar la producción y de esa forma dar más empleo. Justamente por estas “contras” que tiene la suba de la tasa de interés es que el Banco Central lo regula y no la sube eternamente. De hecho, frente al último dato de inflación al mes de diciembre, el BCRA decidió no modificar la tasa de interés, dejándola en el 75,0% anual nominal.
Con respecto a los futuros movimientos del blue, los últimos meses del año 2022 su cotización estuvo planchada en torno a los $295. Dependiendo la plaza y el volumen operado, puede que dicho promedio se haya ubicado $2 o $3 más arriba o más abajo. Después, por una cuestión estacional, en diciembre el blue se despertó y su cotización subió con fuerza. A partir de enero, y nuevamente por una cuestión estacional, creíamos que el precio podía estabilizarse entre $350/$360. Sin embargo, eso no ocurrió, ya que continuó a la suba. Esto puede deberse al atraso que tuvo durante el 2022 respecto a la inflación.
El dólar paralelo creció interanualmente un 69,0%. Visto desde esta óptica, todavía le queda camino por recorrer. Además, recordemos que marzo suele ser uno de los meses más intensos del año, generalmente es cuando experimentamos picos de inflación. Dicho esto creemos que, quizás la divisa encuentre cierta calma durante el mes de febrero, estimamos que volverá a recalentar motores para el mes de marzo.