PARÍS, FRANCIA, 19 ENE 2023.- Se espera que las manifestaciones se extiendan por varias jornadas. El objetivo central de la movilización es lograr que el Ejecutivo de marcha atrás al plan de pensiones propuesto por el Gobierno. El Elíseo argumenta que se debe trabajar más para lograr una base financiera más sólida del sistema de pensiones.
Este 19 de enero los franceses volverán a salir a las calles en una huelga general que pretende desafiar a Emmanuel Macron y su gobierno. Abrazados por los sindicatos, los galos planean que el Ejecutivo dé un paso atrás con la polémica reforma del sistema de pensiones que aumentaría dos años más la edad de jubilación.
Se habla de una de las movilizaciones más importantes de los últimos años, en la que se planea no solo marchar por las ciudades, sino también paralizar varios sectores de la nación. El transporte público, el sector ferroviario y el cierre de escuelas pueden ser de las medidas que tomen los trabajadores como protesta.
Y es que el estado de opinión de salir a la calle es generalizado. Así lo hizo saber uno de los sindicalistas de la poderosa CGT, la Confederación General del Trabajo, Eric Sellini. “Lo que escuchamos de la gente en el terreno es que va a haber una movilización masiva”.
Sellini, quien labora en la empresa TotalEnergies, afirmó además que esperaba un apoyo sin igual en cuanto a las donaciones que ayudan a complementar el fondo de huelga que complementa el descuento de los trabajadores que reclamarán sus derechos. En este sentido “estamos recibiendo muchas preguntas de personas, que generalmente no responden, sobre qué tienen que hacer”, afirmó.
Tan solo en París se esperan que marchen entre 50 y 80 mil personas. Cerca de un millón en todo el país. El Gobierno francés ya se prepara para estas jornadas. En declaraciones a la radio, el ministro del Interior, Gerald Darmanian, alertó sobre la llegada a la capital de un grupo importante de manifestantes vinculados con la ultraizquierda o los chalecos amarillos, lo que puede representar que los reclamos culminen en disturbios.
Unos 10.000 policías velarán por la tranquilidad. Por su parte, el portavoz de la dirección del Estado francés instó a no “bloquear el país”.
Aunque el aumento de la edad de jubilación se prevé para el año 2030 y el incremento del período de cotización para disfrutar de una jubilación completa para el 2035, el disgusto es notable. Según datos del Ejecutivo, el 40% de los futuros pensionados lo harán con menos de 64 años.
La administración Macron arguye que es de suma importancia generar estos cambios. De no aplicarse se generaría un déficit de unos 12.500 millones de euros para el 2030.
Aprovechar el descontento
Es conocido que, en el mundo de la política, toda estrategia que ofrezca ventaja a una de las partes implicadas en un conflicto, es potencialmente utilizada. El método escogido por los organizadores de las movilizaciones es simple: aprovechar el descontento que dejó la crisis del coronavirus y el aumento del coste de vida para animar a quienes nunca lo han hecho, a pararse de sus sillas y reclamar.
Una sindicalista francesa explicó que “la gente simplemente está harta. Cuando hablamos con los compañeros de trabajo, les disgusta que tendrán que seguir por otros dos o tres años”. Lo cierto es que, al parecer, el plan cumple su cometido.
A la CGT ya se le unió, entre otros, la CFDT, el considerado sindicato más grande del país.
Todo o nada
La batalla por la implementación del proyecto de ley que avala los cambios puede escalar. El líder de la CGT, Philippe Martínez sugirió en la cadena France 2 cortarles la luz a los multimillonarios para desarrollar la empatía en ellos.
“Sería bueno que les cortemos la electricidad para que puedan ponerse, por unos días, en los zapatos de (…) los franceses que no pueden pagar su factura”, subrayó. El rechazo del portavoz gubernamental, Veran, no se hizo esperar.
Esta puede ser la última gran batalla del que muchos consideran la cara del sindicalismo. “Cuando hay una reforma tan peligrosa, es una buena señal para que todos los sindicatos estén bien unidos”, puntualizó Martínez, quien intenta hacer historia antes de retirarse el próximo mes de marzo. Al parecer, una estrategia de todo o nada.
Para otro dirigente sindical, Thomas Cavel, del sector ferroviario de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo, CFDT, lo que planea el Elíseo “es injusto”. “Los trabajadores que estuvieron en primera línea cuando el Covid van a ser golpeados”, afirmó Cavel, quien también vaticinó que “las huelgas van a aumentar con el tiempo”.
Preocupación en el sector energético
Ante las amenazas por un lado y las medidas preventivas que pronostican una jornada difícil por el otro, los ciudadanos que se encuentran en medio del fuego cruzado se alarman ante la paralización de servicios clave, como el energético.
En este sentido, el director ejecutivo de TotalEnergies, Patrick Pouyanné, se refirió a la paralización de las refinerías. Subrayó que el paro no interrumpirá el trabajo de esta industria, pero si se extiende por varias jornadas, la situación cambia.
“No paramos las refinerías por un día (…) las ponemos en un mínimo que las mantiene funcionando, dijo Pouyanné. El funcionario llamó la atención en que “los huelguistas pueden decidir bloquear los envíos, lo que puede impedir que los camiones rueden”.
Sin embargo, hizo un llamado a la calma. “Que no cunda el pánico”, afirmó en una entrevista al medio BFM TV, resaltando que las gasolineras estaban preparadas para esta situación, a la vez que recomendó a los ciudadanos a no acaparar combustible, un reflejo natural de los franceses ante los hechos que se avecinan.
Un precedente a tener en cuenta
Las huelgas en Francia tienen un precedente importante. Tanto por los resultados como por el simple hecho de llamar la atención sobre lo que los sindicatos consideren injusto. Puede que esta afirmación justifique la prohibición de 2007 que limita las huelgas espontáneas y aplica restricciones para garantizar los servicios públicos mínimos durante las movilizaciones.
Este mandato también ha afectado la capacidad de maniobra de los gremios ante los cambios propuestos por los gobiernos galos. En el caso de la reforma pensional, en 2019 el presidente Macron chocó con el rechazo de las uniones. La pandemia mundial giró la atención en otros asuntos que iban en la línea de la supervivencia económica del Estado.
En el año 1995, bajo la presidencia de Jacques Chirac, tres semanas de huelgas hicieron que el Gobierno dejara a un lado sus planes de suprimir los sistemas de pensiones sectoriales en el país y aumentar la edad de jubilación. Más la movilización no funcionó 15 años después con Nicolas Sarkozy, quien atrasó el retiro de 60 años a 62.
Tampoco hicieron que Francois Hollande llevara adelante el cambio del número de años que hay que trabajar para tener una pensión completa: 43 años. Como contrapeso, quienes se desempeñan en trabajos físicamente exigentes se retiran antes.
Un llamado necesario a la tranquilidad
Esta, pocas veces vista, muestra de unidad entre los sindicatos franceses tiene, entre otros, un importante factor común: las protestas deben permanecer pacíficas. Así lo dio a conocer Laurent Berger, el jefe del CFDT.
Al contrario de otros líderes, Berger no se lanzó al agua con una cifra de participantes, pero sí manifestó que “debe haber tanta gente como sea posible en las calles, y de manera pacífica”.
A pesar de que todos los gremios cerraron filas ante la probable aprobación del aumento de la edad de jubilación, la cabeza del CFDT argumentó que su grupo no bloquearía los sectores sensibles de la nación o a extender la inactividad hasta más allá.
Por más que la jefa del Gabinete, Elisabeth Borne, intente aclarar el panorama, la situación no desescala. Borne puntualizó que esta semana su Gobierno se movilizaría para hacer ver al pueblo francés que la reforma “permite el progreso social”.
France24, con Reuter y EFE