Por Abel Miranda Ayala l El Sol de Acapulco
18 dic. 2022.- “El 16 de mayo del 2014 decidí salir de Chilapa, Guerrero, y no he regresado, en ese momento todos los trabajadores de medios de comunicación habíamos sido amenazados, detenidos, encañonados y definitivamente no había condiciones para mantenerse en este lugar para hacer periodismo”, relata el periodista Yener de los Santos, quien tras desplazarse ha encontrado trabajo y refugio en Chilpancingo.
Actualmente, en el municipio de Chilapa, ubicado en la zona centro y a unos 55 kilómetros de la capital del estado, no hay un medio de comunicación ya sea periódico, estación de radio o incluso medio digital que busque y publique información, los que existen sólo publican la que genera el ayuntamiento, relata y agrega que asimismo se han dejado de llevar periódicos que se editan en el centro del estado o en la capital del país, “antes llegaba el Reforma, Universal, la Jornada y todos los de Chilpancingo, hoy es una zona de completo silencio”.
De acuerdo con su relato, en Chilapa los problemas comenzaron aproximadamente en el año 2008 cuando se empezó a notar la presencia de grupos armados que por las noches cerraban calles, organizaban fiestas, arrancones de carros o motos, peleas de gallos y que detenían a transeúntes; después hubo asesinatos, levantones, secuestros, y cada vez eran más visibles las caravanas de camionetas con hombres armados.
Además, ante cualquier problema ya no se acudía a las autoridades, se pedía el apoyo de “la gente”, con ello la violencia fue escalando intensidad.
En aquel momento se editaban tres periódicos en esta población de 123 mil habitantes, Visión Urbana, Jaguar de Guerrero y El Debate, este último dirigido por Yener de los Santos.
Entre 2011 y 2012, se registró que un grupo político estuvo apoyado abiertamente por un grupo delincuencial al que se le conocía como Los Rojos y que operó a favor del PRI para que Francisco Javier García González (El Tepache) fuese elegido como alcalde.
Después de la elección, un reportero del periódico Visión Urbana, fue abordado por un sujeto quien lo amenazó diciéndole: “tú y tus amigos bájenle de huevos con el presidente, atentamente, El Jefe”; a partir de ese momento los reporteros de Chilapa decidieron hacer un especie de autocensura cubriendo a distancia los eventos de la presidencia y no volvieron a entrevistar al edil.
En el 2013, la violencia escaló y se empezó a escuchar otro nombre Los Ardillos, como grupo antagónico de Los Rojos, que en ese momento eran los que de manera fáctica gobernaban.
El 8 de julio del 2014, entre 30 y 40 camionetas con hombres armados provenientes de las comunidades del sur de Chilapa, generaron enfrentamientos, quemas de vehículos, casas y asesinatos.
A partir de ahí el poblado vivió una especie de toque de queda autoimpuesto, los comercios cerraban temprano, no había vida social, fiestas o celebraciones, porque corrían riesgo de que llegara uno u otro grupo; los organismos de derechos humanos dejaron de salir a las comunidades a documentar porque “los señalaban que eran orejas de uno u otro grupo”.
Ante la situación de inseguridad, los dueños del periódico Visión Urbana decidieron dejar de imprimirlo, fue el primero.
En noviembre del 2014, once cuerpos calcinados son dejados en el crucero de Ayahualulco, esto se documenta en los medios locales y después vienen balaceras y asesinatos.
El sábado 9 de mayo del 2015 se realizó la cabalgata popular del Día de las madres y en este evento irrumpió un grupo de civiles armados gritando “buscamos a Zenén, a Los Rojos y venimos por nuestros desaparecidos”. Acuartelaron a los miembros de la Gendarmería en el interior de su hotel y a los policías municipales en sus propias instalaciones; catearon casas, detuvieron a 60 personas y desaparecieron a por lo menos otras 17.
Un par de días después se formó el comité de familiares de desaparecidos “Siempre Vivos”, quienes salieron a manifestarse y ahí fueron encarados por los civiles armados que mantenían el control de la seguridad; los periodistas quedaron en medio y fueron cuestionados sobre para qué tomaban fotos, que si eran informantes de “El Chaparro”; uno de los periodistas trató de correr y ello ocasionó que todos fueran encañonados, golpeados, amenazados y despojados de sus equipos de trabajo, posteriormente se entrevistaron con los mandos visibles del grupo y lograron que les devolvieran sus cámaras, entonces les exigieron borrar todo, pero decidieron no hacerlo y las imágenes de ese hecho sí se publicaron.
El 15 de mayo, el Ejército entra a Chilapa y desarma al grupo que se había hecho llamar Policía ciudadana por la Paz y la Justicia, los periodistas van a entrevistarse con el capitán que encabezaba el grupo de militares y la respuesta que les dio no fue lo que esperaban, “retírense porque vamos a actuar y luego no queremos que al rato nos están señalando que violamos derechos humanos”.
“Al día siguiente nos reunimos todos los reporteros y ahí les dije: esto está muy difícil, estos fulanos dejaron a los informantes, los dejaron en Chilapa y van a seguir en el conflicto con Los Rojos, yo me voy de Chilapa, nos van a señalar los dos grupos y no la vamos a librar”, detalla Yener de los Santos recordando que fue el 16 de mayo del 2015 cuando se dio por cancelado el proyecto del periódico El Debate y fue uno de los últimos esfuerzos periodísticos que se registró en este municipio.
Actualmente, en Chilapa sólo trabajan 4 reporteros y ninguno de ellos cubre notas policiacas, que tengan que ver con los grupos delincuenciales o ni siquiera notas de protestas sociales pues al hacerlo se exponen a que los identifiquen y los levanten, relata uno de ellos.
Noticias políticas sólo las que se generan a favor del alcalde y publican en sus redes sociales, “notas fuertes las hacemos para venderlas a periódicos nacionales que se editan en la Ciudad de México, son los que pagan, pero se publican sin crédito para protegernos.
“Actualmente no hay condiciones, las autoridades siguen coludidas, con los grupos delincuenciales, entonces hacemos periodismo pero muy relajado”, agrega y reconoce que, aunque a él ya no le tocó la temporada más álgida de la delincuencia, con lo poco que ha vivido está seguro de que no hay condiciones para que en Chilapa afloren noticias de corrupción, de violencia, “somos un municipio en silencio”.