Desempleados, en busca de caridad para poder comer en Ciudad de México

MÉXICO, 21 SEP 2020 – El comedor de los misioneros vicentinos y los restaurantes que de manera altruista regalan comida a los necesitados han visto crecer las filas a raíz de la crisis derivada por la pandemia de Covid-19. Entre los nuevos visitantes de estos sitios de caridad hay nuevos desempleados y mujeres cabezas de hogar.

Heladio González tiene 61 años, es pasante de veterinario y también paleógrafo. Tiene sus ahorros pero ha tenido que hacer malabares para estirarlos, pues ninguna de sus actividades profesionales le da ingresos que le permitan comer un par de veces al día. Por eso, de lunes a viernes, va a formarse en una fila de cientos de personas que reciben un platillo gratis en el comedor vicentino del centro de Ciudad de México.

Viste una camisa de cuadros bien planchada, pantalón de pana y lleva su portafolios colgado al hombro. Su vestimenta contrasta con la de la mayoría de quienes hacen la fila junto a él, pues son personas en situación de calle, que viven en bajopuentes y se dedican a limpiar parabrisas en los cruceros de la ciudad, vender chicles o pedir limosna.

“Mi fuente de ingresos mayor eran los trabajos que hacía en el Archivo General de la Nación, pero desgraciadamente por la pandemia lo cerraron y ahora estoy esperando para iniciar de nueva cuenta mi actividad como investigador”, comenta Heladio mientras avanza la fila.

En una situación similar se encuentra Ramón García, también adulto mayor, que trabajaba en una fábrica de estambres en la zona industrial de Vallejo, al norte de la ciudad de México. Hubo un recorte de personal y lo despidieron.

“Desde el año pasado me quedé sin empleo y hasta la fecha no encuentro, pero encontré la opción aquí del comedor vicentino y estoy viniendo, es muy buena comida y buena atención”, asegura.

La pandemia podría dejar en la pobreza a 10 millones de mexicanos 

En México más de un millón de personas han perdido su empleo durante la pandemia. Al segundo trimestre del año, el porcentaje de personas en pobreza laboral fue de 48,1%, aunque el Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social (Coneval) estima que la pandemia aumentará hasta en 10 millones más las personas en pobreza.

“Desafortunadamente cada vez vemos más larga la fila, pues entre los migrantes y la gente que se ha quedado sin trabajo, cada día viene más gente aquí buscando comida”, cuenta la madre Alicia, mientras embolsa raciones de arroz junto al padre Jesús, que hace lo mismo con el guiso de carne de res y verduras. 

De lunes a viernes, estos misioneros de la orden de San Vicente de Paul reciben la comida que manda el gobierno de la Ciudad de México. Antes los beneficiarios podían pasar y tomar ahí sus alimentos pero las condiciones de la pandemia han obligado a entregarles la comida para llevar. Los religiosos aportan además unas galletas o una manzana que consiguen a través de donaciones.

Javier Andrade, responsable de comedores sociales de la Ciudad de México, explica que este programa lleva cerca de nueve años, pero los misioneros venían realizando esta labor altruista desde muchos años atrás.

“Nosotros nos sumamos y ahora con esta pandemia ha aumentado el número de raciones, pues además de desempleados hay mucha mamá soltera que está viniendo por la comida de ellas y de sus niños. Entonces aumentamos las raciones de 280 a 400”, cuenta Andrade.

“Nunca nadie se va sin algo de comer”

A nueve kilómetros, al poniente, la historia se repite con un restaurante de antojitos mexicanos, “Central de Antojos”, que se solidarizó a pesar de haber sufrido una fuerte caída en sus ventas de la que a pesar de haber reabierto con servicio al público, aún no se recupera. 

Como en el comedor vicentino, a este restaurante comenzó a llegar, no solo gente en situación de calle, sino también víctimas del desempleo.

Diego Adrián, de 20 años, perdió su trabajo cuando se confinó el Poder Judicial. “Trabajaba en los juzgados, en la limpieza, limpiaba las oficinas, pero cerraron y pues ya nos quedamos sin chamba. Y está difícil la situación ahorita” lamenta.

Ovidio Ahumada, gerente del restaurante,narra que la iniciativa surgió cuando solo podían vender comida para llevar. Gente en situación de calle que pasaba por ahí se acercaba a pedir un taco o una quesadilla. Así empezaron repartiendo 25 raciones cada tarde y ahora han aumentado a 100.

“Y si el número sobrepasa o no nos alcanza la comida que preparamos especialmente para regalar a la gente, de nuestro menú sacamos comida; o sea algo siempre le damos a la gente y nunca nadie se va sin algo de comer”.