La música sigue sonando en orquestas infantiles de barrios pobres de Buenos Aires pese a cuarentena

BUENOS AIRES, ARGENTINA, 30 JUL 2020 (Reuters) – Los días tediosos para muchos niños durante la cuarentena por coronavirus en Argentina son aún más difíciles para quienes tienen menos recursos económicos, pero la rutina de Marcela se transforma cuando afina el violín en su pequeña casa y se dispone a tocar con sus compañeros de orquesta… por zoom.

“Siempre quiero que llegue la hora del zoom, ver a mis compañeros, a mis profesores y aprender cosas nuevas”, dijo a Reuters Marcela Sosa, una niña de 12 años que convive con seis personas en una casa humilde y participa en la Orquesta de La Boca, una de las 13 que integran el Programa de Orquestas Infantiles y Juveniles de Buenos Aires.

El programa, que funciona desde hace 22 años en escuelas públicas de la capital argentina y enseña música a unos 1.500 niños de barrios vulnerables que asisten de manera voluntaria, debió reinventarse durante la cuarentena por COVID-19 que, con distintos grados de flexibilidad, rige en el país desde marzo.

Las medidas de aislamiento tomaron por sorpresa a los profesores de las orquestas, que debieron apelar a la creatividad para sortear dificultades de todo tipo: desde demoras en las comunicaciones virtuales, que les impiden tocar al mismo tiempo, hasta problemas de conectividad, ya que muchas familias no cuentan con wifi y deben conectarse con planes de datos.

Tutoriales sobre cómo cambiar la cuerda de un violín, clases por YouTube, trabajos sobre una obra del escritor argentino Jorge Luis Borges que combinan la música con el arte y un programa de televisión con videos de los instrumentos ensamblados son algunas de las ideas que usaron los profesores para atraer a los alumnos, de entre 6 y 19 años.

“Están súper enchufados. De verdad, aprenden más, están tocando mejor que cuando nos veíamos, pero creo que tiene que ver con el tiempo que le dedican a practicar y la motivación de que pasa a ser un aprendizaje que también tiene que ver con lo recreativo”, dijo a Reuters Clarisa Orfila, profesora de viola de la Orquesta de México Balvanera.

Música como integración

El programa, que depende del Ministerio de Educación de Buenos Aires, busca restituir el derecho a la formación musical a niños y adolescentes de barrios humildes que, de otra manera, no tendrían acceso al conservatorio y a instrumentos.

Cerca del 70 por ciento de los niños siguieron participando de las orquestas en cuarentena pese a todos los obstáculos porque, además de la motivación de la música, éstas generan lazos de pertenencia en las comunidades donde funcionan, en las que hay grupos de inmigrantes latinoamericanos.

“La educación musical tradicional en general es en términos individuales, competitiva, individualista (…) Esto es todo lo contrario. Es aprender la actividad, la música, a tocar un instrumento, pero de manera colectiva, solidaria, en la que todos somos importantes”, contó Orfila desde su estudio, al que se mudó durante la cuarentena para poder dar clases virtuales.

Al ingresar a las casas de los niños por internet, los docentes también debieron adaptar sus clases a las distintas realidades, como hogares pequeños con muchos miembros de una familia conviviendo en una habitación hasta falta de alimentos, en momentos en que la cuarentena agudizó una recesión económica.

Los casos de coronavirus en Argentina han trepado en las últimas semanas, llegando a unos 175.000.

“Es todo un tema (conectar por zoom) porque algunos pueden armar los instrumentos según el espacio que tengan. O sea, para el contrabajo tenés que tener espacio para armarlo o el xilofón (…) pero igual es divertido estar en una videoconferencia tocando”, dijo Juan Martín Alfonso, un niño de 12 años que toca el contrabajo, sobre la situación de algunos de sus compañeros.

Una de las claves de la participación y el entusiasmo de los alumnos, muchos de los cuales terminan siendo músicos profesionales que tocan en el Teatro Colón de Buenos Aires y en el exterior o son docentes del programa, es la voluntad de integrar a todos, dejando de lado los estigmas que puedan traer.

“No importa de dónde vengas ni quién seas ni cuál sea tu familia ni tu historia, acá sos bienvenido y tenés el mismo derecho que tu compañero que está sentado al lado y eso es muy importante. Y, además, (hay) una cuestión de confiar y creer en lo que los chicos pueden desarrollar”, dijo a Reuters Oscar Albrieu, percusionista y coordinador general del programa.

“Hay docentes o directivos que se asombran de que fulanito, a quien en la escuela le va muy mal (…) acá le está pasando un trapito al violín cada vez que termina de tocar, lo guarda en el estuche, estudia las partituras en la casa y viene a los conciertos impecable”, concluyó.