Ocho muertos en 48 horas, dos desaparecidos. Calor abrasador
SIDNEY, 1 ENE – Canguros en fuga, koalas envueltos en mantas ignífugas, una niña conduciendo, sola y con una máscara en la cara, en un bote a motor contra el fondo rojo de las llamas que la acosan y que han empujado a miles de personas a buscar refugio en las playas, imágenes de una Australia enb colapso. Las imágenes del país que invaden las redes sociales y los medios de comunicación internacionales acortan las distancias y muestran una nación-continente comúnmente percibido como pacífico y próspero, presa de incendios devastadores y al borde de una crisis humanitaria y ambiental sin precedentes.
En las últimas horas, el calor ha disminuido un poco, dejando espacio para cierto alivio y para hacer balances provisorios.
La última ola de hogueras, que ha estado ocurriendo desde septiembre después de un breve respiro invernal precedido por otro verano tórrido y ardiente, sumaba hoy al menos 18 muertos, ocho de ellos en las últimas 48 horas, a quienes se pueden agregar dos personas reportadas como desaparecidas. En Canberra el aire es irrespirable. Sin embargo, se teme que sea solo el comienzo. Es que el verano acaba de comenzar y en las zonas más afectadas, en Nueva Gales del Sur y en el estado de Victoria, se espera para el sábado una temperatura récord de 46 grados Celsius.
En estos días, el humo de los incendios era visible desde Nueva Zelanda, a más de 2.000 kilómetros de la costa australiana, donde la neblina coloreaba el cielo de naranja.
El gobierno central ha desplegado aviones y barcos militares para brindar ayuda a los numerosos residentes y turistas, invitados a abandonar las zonas más expuestas, pero que huyeron a las zonas costeras y pasaron la noche en el automóvil o al aire libre durante días. Llegar a las playas en automóvil se ha vuelto casi imposible, y uno de los videos en la red muestra un camión de bomberos corriendo por un bosque en llamas. Los alimentos, el combustible, la electricidad y el agua son escasos en las regiones afectadas. Las largas colas frente a los supermercados también son una señal de la crisis. Muchas tiendas se han quedado sin víveres, pues no hay modo que les lleguen.
Los incendios de la semana pasada han destruido más de 200 hogares. Desde el comienzo del verano, casi mil solo en Nueva Gales del Sur, informa el Servicio de Bomberos. Se quemaron alrededor de 5,5 millones de hectáreas, un área más grande que los Países Bajos. Las llamas causaron enormes pérdidas para la fauna y la vegetación. Según las estimaciones de la Universidad de Sydney, 480 millones de animales, poco menos de medio billón, habrían muerto desde el inicio de la emergencia de incendios, incluido el 30% de los koalas australianos.
La crisis sin precedentes provocó protestas callejeras para instar al gobierno a tomar medidas inmediatas sobre el cambio climático. El primer ministro conservador, Scott Morrison, quien en su mensaje de Año Nuevo advirtió que las próximas semanas y meses “seguirán siendo difíciles”, no ha renunciado a la exhibición de fuegos artificiales de fin de año ni a las vacaciones en Hawaii, lo que causó fuerte irritación. (ANSA).