LONDRES, 12 DIC – Unión Europea (UE) adiós. Las elecciones británicas más importantes de las últimas décadas entregan a Boris Johnson -“exit polls” en mano- una larguísima mayoría absoluta en Westminster, las llaves de Downing Street para los próximos 5 años y el paso libre para un Brexit que a 3 años y medio del referendo de 2016 se convirtió en irreversible.
Las previsiones de los sondeos vieron la confirmación en el primer exit difundido a urnas cerradas por la BBC que asigna al Partido Conservador del premier unas 368 bancas sobre 650, un resultado que no se veía desde los tiempos de Margaret Thatcher, y entrega, a su vez, la peor debacle en décadas para el Laborismo.
Para los resultados oficiales y la proclamación de los diputados elegidos en los 650 colegios uninominales del Reino Unido para sentarse en la próxima Cámara de los Comunes, se deberá esperar al alba y más.
Sin embargo, el veredicto, a menos de un impensable vuelco en el escrutinio, es clarísimo. El mensaje de BoJo, sintetizado en la promesa-eslogan ‘Get Brexit done’, pasó.
Y el control Tory en la Cámara niega cada creíble espacio de maniobra al frente de los partidos -in primis el Laborismo, de tradición socialista, de un Jeremy Corbyn incapaz de repetir la sorpresa al menos parcial de 2017 y encaminado en este punto al adiós- que se habían empeñado en convocar un segundo referendo sobre Europa para ofrecer a los isleños una chance para repensar.
Una oportunidad que Johson no pretende siquiera tomar en consideración, habiendo jugado el partido para permanecer en Downing Street con un único y solo objetivo: traer a casa el Brexit, aquél Brexit del cual, en su momento, fue la imagen refrendaria símbolo, archivar “la incertidumbre” y permitir al Reino Unido mirar hacia adelante.
Premisa, en su retórica, para pasar luego a la aprobación de planes de inversión en escuelas, en salud y seguridad financiera por una maniobra de presupuesto “ad hoc”.
Planes menos ambiciosos y cierto mucho menos revolucionarios respecto al programa radical trazado en la carta durante la campaña de estas semanas en el “Libro Rojo” de Corbyn, pero también menos inquietantes para el establishment, el business, la clase media acomodada.
El horizonte de Boris se orienta ahora a lidiar con los números exactos del Parlamento electo, que será inaugurado la semana próxima y ante el cual el nuevo gobierno deberá presentar un programa “aggiornado” leído por la reina en un inminente Queen’s Speech bis. Para dar comienzo al íter sobre la ratificación del controvertido acuerdo de separación por él ya alcanzado con Bruselas antes de la pausa de Navidad y poner finalmente en la mira la actuación formal del Brexit con la nueva fecha de vencimiento del 31 de enero.
Y todo esto con el trasfondo de un país que se apresta a afrontar la etapa decisiva de una articulación “histórica”, según los analistas. No sin un impacto trascendental para el resto de Europa, Italia incluida.
La concientización del momento emergió ya en la mañana con una afluencia a las urnas significativa para las cuatro naciones del Reino: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte.
Johnson y Corbyn estuvieron entre los primeros en depositar su voto, ambos en Londres.
El líder laborista acompañado por su esposa Laura Alvarez, hija de disidentes chilenos huidos al Reino Unido en tiempos de Augusto Pinochet.
El premier conservador, uno de los más excéntricos inquilinos de Downing Street de los últimos decenios, con su perrito Dylan al igual que tantos otros súbditos de Su Majestad.
Luego tocó a los jefes de los partidos menores, de la independentista escocesa Nicola Sturgeon, cuyo SNP finalmente reafirmó el rol de primera fuerza de Escocia con 55 bancas previstas, a la liberal-democrática Jo Swinson, anti Brexit radical, que parece destinada a la desilusión con 13 bancas.
La señal de una participación sostenida -a despecho de una jornada fría y lluviosa- entre los 46 millones con derecho a voto, alimentada por nuevos electores, jóvenes y jovencitos, en su mayoría atraídos por la desigualdad, pero bastante más por la mayoría silenciosa más anciana orientada hacia la palabra Tory y de Boris Johnson.
Precinto de un voto fuera de estación (en diciembre la última vez fue en el lejano 1923) destinado a hacer historia.(ANSA).